miércoles, 19 de mayo de 2010

Bésame sin miedo...


Tuvieron una discursión. Una fuerte discursión. Salió de su casa con prisa. Sus lágrimas empezaban a brotar de sus ojos marrones. Aceleraba rapidamente por las calles, sin pararse. Llorando, llorando. De pronto unos truenos retumbaron por cada rincón de la ciudad. Comezó a llover demasiado. A ella no le importaba, las gotas de lluvia ocultarian sus lágrimas. Andando vagamente por la calle, mientras la lluvia chocaba con su cuerpo. Mientras se empapaba. Se quedó parada para romper en un mar de lágrimas. No podía. El mundo se le venía encima. Mientras la lluvia le resbalaba. Lloraba. No podía parar. Él en casa aún. Cogió con prisa las llaves y se lanzó a la calle para buscarla. No la queria perder, no lo iba a permitir. Corría para alcanzarla, la buscaba con miradas fugaces mientras la tormenta le mojaba. La vio, la vio a ella. A su chica. Estaba frente a un escaparate. Con las manos en la cara para ocultar sus lágrimas. Mientras que la lluvia caía con fuerza. Corrió hasta llegar a su lado. Ella se volvío. Había notado su presencia. Sabía cuando él estaba cerca suyo. Le transmitía una energía especial. Lo vio. Sus miradas se cruzaron. El azul de sus ojos reclamaba su perdón. Ella corrió hacia él. Él la besó. Mientras la lluvia caía y mojaba sus cuerpos, ellos se besaban. Sin importar lo que le pasara al mundo. Se fundieron en un abrazo.
Sus miradas volvieron a interponerse. Él solo queria besar sus labios. No paraba de mirarlos. Los extrañaba, los ansiaba. Un beso. Un misero beso. Prueba de todo su amor.
Recorria cada escondite de su boca. Le tocaba. Le acariciaba. Era suya. Solo suya.

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Una nueva sonrisa, gracias a ti.