viernes, 7 de mayo de 2010

Buenos días princesa...


Los rayos de sol se colaban por las pequeñas rendijas de las persianas. Les iluminaban sus cuerpos tapados por las sábanas blancas. Un molesto rayito de sol alumbraba la cara de él. Despertandose perezosamente, vio que a su lado, abrazado tenía a la chica que más quería en el mundo. No podía parar de mirarla, de desearla, de sonreir como un tonto. Ella molesta por la luz que se colaba en la habitación, se dio la vuelta, todavía dormía.
Él decidió levantarse, pero más tarde volvería. Salió sigilosamente de la habitación, para no despertarla.
Empezó a preparar café, hacer tostadas, y esos pequeños bollos que tanto le gustaban a ella. Y para finalizar colocó un girasol en el centro de la mesa, las flores favoritas de ella. Todo perfecto. Café recién hecho. Tostadas aún calientes. Zumo recién exprimido. Él mejor desayuno que uno se puede imaginar.
Volvío a la cama donde ella aún dormía. Él se quedó un momento mirandola y pensando que era el chico más afortunado del mundo. Estaba realmente enamorado.
Se acostó a su lado y la abrazó con fuerza. Su pelo fresco, sus labios dulces y su cuerpo inocente. Le aparto el pelo hacia un lado, dejando al descubierto su cuello...comenzó a darle pequeños besos, uno detrás de otro, besos juguetones. Ella despertó, despertó sonriendo...pero disimuló, no quería que él parara. Era la sensación más reconfortante de toda su vida.
Pasaron unos minutos, y mientras él le daba pequeños besos por el cuello, el brazo y acariciaba su cara y sus labios con dulzura. Ella ''hizo como que despertaba al fin''
Se giró hacia él. Él comenzó a besar sus labios, mientras ella sonreía por toda la felicidad que le causaba aquello. Pronto se dejaron llevar por un beso largo, un beso donde sus lenguas se entrelazaban y los labios se dejaban llevar.
Él le susurro al oído despacio, mientras ella sonreía y moría de amor.
De pronto él se levantó de una forma que a ella le hizo reir a carcajadas. Entonces él le dijo que se levantará que tenía una sorpresa. Ella con rapidez se levantó y se tiro a su espalda, él le agarro con fuerza y la saco acorderetas de la habitación.
Al llegar a la cocina, ella sorprendida, bajo de su espalda. Y vio la perfección. Olor a café recién hecho, lo que más le gustaba al despertarse. Los bollos que tanto le gustaban. Un girasol en el centro de la mesa...
Y en su plato, reposaba una dorada tostada, en la que había un mensaje escrito con mermelada de fresa, su preferida. En la tostada ponía: Buenos días, princesa.
Ella no podía creer que todo aquello fuera real. No entendía como podía amar tanto a una persona. No podía creer que él fuera tan perfecto y tan imperfecto a la vez. Era el chico de su vida, de eso estaba segura.
Ella, se volvío y se lanzó hacía él, regalandole el beso más perfecto y el abrazo más acogedor.
Son cosas del amor, lo que te hace hacer cosas maravillosas.

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Una nueva sonrisa, gracias a ti.